Por Bernardita Soto
El fenómeno mundial sobre retroceso de conceptos como libertad y democracia, también arremete a nuestro país. La última encuesta CEP mostró que el valor por la democracia por parte de los chilenos es preocupante. Solo el 49% cree que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno y va a la baja. Un 19% cree que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático. ¿Qué pasó para que los ciudadanos dejaran de valorar y creer que la democracia es el mejor régimen? Muchas variables juegan un rol en este resultado, como la lejanía, poca empatía y falta de respuesta de la política y las instituciones a las necesidades reales de los y las ciudadanas. Esto, entre otras cosas, ha provocado una baja en la credibilidad de instituciones tan relevantes como el Congreso y sus integrantes, quienes están encargados de legislar ni más ni menos que sobre esas necesidades y urgencias ciudadanas. Si entendemos que los partidos políticos son organizaciones que crean y sustentan muchas de las instituciones del Estado, y que además desempeñan una acción social y política imprescindible en una democracia, entonces deberían ser ellos los principales articuladores y aglutinadores de los intereses sociales e instrumento para que la sociedad avance. Además, participan en la vida democrática de los países y defienden la dignidad humana.
La fragmentación del Congreso y el actual régimen presidencialista dificultan la gobernabilidad
Por esto, es urgente e imprescindible un cambio a nuestro sistema político. Nuestro actual sistema y en el – sistema de partidos, sistema electoral- no nos está dando la estabilidad y los equilibrios que se requieren para gobernar. La fragmentación del Congreso y el actual régimen presidencialista dificultan la gobernabilidad. Hemos visto desde hace un tiempo más bien un sistema trabado, fragmentado y debilitado. La legitimidad de los congresistas es fundamental para garantizar el balance entre los poderes del Estado. La relación entre el poder ejecutivo y legislativo está en el corazón de la cuestión republicana, más aún considerando que nuestra democracia es presidencialista y que, por lo tanto, nuestros presidentes tienen de amplios poderes formales.
Sumado a todo lo anterior, no podemos omitir la permanente e incipiente amenaza llamada “populismo”. Recordemos a los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que han estudiado la caída de varias democracias en Europa y Latinoamérica. ¿Las democracias están en peligro? Ellos dicen que sí. Afirman que las democracias ya no acaban con un golpe de Estado, o una revolución como estábamos acostumbrados, sino que peligran por el desgaste lento y permanente de instituciones imprescindibles como el sistema judicial, sistema de partidos, la prensa entre otros. La esperanza como -dicen ellos- es que hay opciones. Es una oportunidad sin duda que este nuevo Consejo Constitucional pueda hacer las propuestas de cambio que nuestro sistema político necesita para avanzar y no caer en el flagelo de un gobierno populista o de régimen autoritario. Lo cierto es que tenemos desafíos importantes en una sociedad donde hasta diciembre de 2022, el 63% de los encuestados señala estar muy poco interesado o nada interesado en la política. La labor responsable y consciente que ejercen el poder ejecutivo, legislativo y judicial resultan trascendentales para poder recuperar credibilidad y confianza de las y los chilenos y poder así comenzar a construir con esperanza el futuro que se nos aproxima.
Bernardita Soto S.
Subsecretaria – Amarillos x Chile
en El Mostrador
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